Oye, ayer pasaste por mis sueños.
Me dijistes que me esperabas en tus huidas maldecidas, que me querias perseguir hacia alguna amanecida de esas sabor café. Me llevastes a tus humedas selvas agradecidas, y me dormi muy cerca de tu edén. Tus flores trascendian la costumbre y las cascadas coloreaban un mar de algun viviente rehén. Entiendi era yo el que deseabas sin desdén.
Solo sonreiste; luego desperte.
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